"Un rincón donde las palabras no gritan, susurran."



En este espacio, no hay necesidad de levantar la voz. Aquí las ideas fluyen en susurros, como hojas que caen suavemente al suelo. "Nueva selección" es un lugar para escuchar el murmullo de los pensamientos que hablan bajito.




Un rincón donde las palabras no gritan, susurran. Aquí los pensamientos flotan en voz baja, como un secreto al oído. Entra en silencio y deja que los susurros te encuentren.


Había una mujer que coleccionaba ecos.
No los ruidos, ni las voces: los ecos.
Salía temprano, antes que despertara el viento, y caminaba por la vereda desierta con un frasco de vidrio en la mano.
Cuando alguien murmuraba algo al pasar —una duda, un recuerdo, un insulto mascullado contra nadie—, ella destapaba el frasco y lo atrapaba sin que nadie se diera cuenta.
A la noche, alineaba los frascos sobre la mesa. Los oía de a uno, tapándose los oídos para que no se mezclaran.
Después los garabateaba.
Palabras sin sujeto, pensamientos de otros.
Lo que nadie quiso decir en voz alta, lo que se escapó sin permiso.
Eso era lo suyo.
Eso la hacía dormir sin ruido.



 La danza de los susurros 

Las ideas más potentes no siempre llegan con estruendo. A veces son como un murmullo que acaricia, una brisa que pasa casi desapercibida. Este espacio les da un lugar donde resonar.


Hay un patio donde dos sombras bailan todos los jueves, justo cuando baja el sol.
Las ves si no mirás directo, como a las cosas frágiles.
Son silenciosas. No hay música.
Una es alta, la otra va descalza.
Se toman de las manos sin tocarse. Giran. Se inclinan. Se detienen.
Quien las ve, no sabe si están enamoradas o despidiéndose.
A veces, alguien se queda a mirar. Y al día siguiente amanece con la certeza de algo perdido que no puede nombrar.
La danza no tiene nombre.
Solo el viento sabe su partitura.
Solo los que han callado mucho entienden el ritmo.



 Entre líneas y silencios 

No hace falta llenar cada rincón de ruido. Lo que se dice en voz baja, lo que queda entre líneas, tiene su propio poder. Los garabatos de este rincón no buscan explicar; solo susurran para que encuentres tu propio significado.


Te dejó una carta con solo tres palabras:
"No era eso."
No firmó. No explicó. No tachó.
La letra era tuya.
Pasaste la noche entera releyéndola, como si fuera un espejo empañado.
Pensaste en lo que pudo haber querido decir:
¿Que no eras vos?
¿Que sí lo eras, pero de otro modo?
¿Que el amor no era eso?
¿Que la rabia no era suficiente?
A la mañana, escribiste otra:
"Tampoco esto."
Y la dejaste bajo la puerta de nadie.



 Escuchar con calma 


En un mundo lleno de estridencias, los susurros son un refugio. Este garabato te invita a detenerte, a escuchar sin prisa, y a descubrir lo que solo el silencio puede revelar.


En la plaza vieja hay un banco que solo habla si te sentás sin celular.
Te cuenta lo que vio en los últimos cien años, pero en voz muy baja.
No repite.
Si estás apurado, te cuenta cosas que no son.
Si te recostás, te habla de los que ya no vuelven.
Los árboles escuchan también, y hacen sus comentarios con las hojas.
Un día, alguien se durmió en ese banco.
Cuando despertó, ya no podía gritar.
Solo sabía hablar en voz baja.
Y todo el mundo empezó a entenderlo.





En "Nueva selección", cada trazo susurra una historia única. No te apresures a entender; dejá que el silencio y el garabato te hablen a su tiempo.




Texto generado por ChatGPT en respuesta a una interacción personalizada.
Cortesía de OpenAI.
https://openai.com/chatgpt


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